EN PUBLICIDAD HAY QUE SIMPLIFICAR
Actualmente, una publicidad debe ser mágica, emotiva, emocionante, entretenida, intrigante, creativa y sobre todo de acción inmediata.
Hoy tenemos que apuntar al lado sensible de las personas, ya que las decisiones de compra están atadas al lado emocional más que al lado intelectual / racional.
¿Cómo lograr que la empresa tenga esa simpleza a la hora de hablar con sus clientes? No es una pregunta fácil de responder, pero debemos hacer el esfuerzo intelectual para ser simples al presentar la publicidad, hay que “simplificar”. Buscar un verbo, un adjetivo, “eso” que lo identifique rápidamente en el mercado o con sus clientes en el “boca en boca”.
Lo que digamos en publicidad debe ser original, no caer en la “moda” pues estas caducan rápidamente. Se debe buscar algún detalle que estaba ignorado u oculto y usarlo, hay que salir de las tendencias del momento, buscar lo que identifique a la empresa y al producto sobre todas las demás y que sea en forma inmediata. En publicidad el tiempo es muy valioso, porque tiene el precio del anuncio. Debe buscarse resultados en el mismo acto publicitario.
Hablando de la simpleza en la publicidad, hoy las personas están bombardeadas por información y eso las molesta. Por ese motivo hay que simplificar, eliminar los detalles que distraen, todo dato o información innecesaria. Un producto no es lo que es, sino lo que el cliente “percibe que es”, es algo personal. Esto parece un juego de palabras, pero encierra una verdad. Por ello es necesario conocer a los clientes, analizar lo que les interesa o pueden interesarle cuando están viendo sus productos o servicios, la imagen de la empresa o la presentación de la marca.
A los clientes hay que sorprenderlos, sin dejar la simpleza. Tal vez hay que ser un poco ambiguo y ponerlos a prueba. El hombre y la mujer actual disfrutan pensando, adivinando, participando, perteneciendo a algo especial, compartiendo su inteligencia con los demás. En el fondo todos jugamos, en cierta medida, con nuestros pensamientos, nuestras emociones y nuestros gustos.
Hoy las personas compran sus productos “porque quieren”, no porque usted “tiene la última tecnología”, las personas adquieren sus servicios porque “resulta importante para ellas”, simplemente porque lo quieren para su vida.
Otra vez: conozcamos a nuestro público, sepamos que en general el hombre está centrado en su bienestar, su peso, su estado físico, su estatus y todos los “su” que podamos agregar. Si logramos darles un beneficio que engrandezca alguna de esas características que hacen de un individuo importante, sano, inteligente, sofisticado…….tenemos el negocio armado.
El problema está en cómo lo hacemos. Se puede usar el humor, sacando por un segundo a sus clientes de la realidad que lo envuelve y darle un respiro. El humor hace que el anuncio tenga mayor probabilidad de ser retenido y hace que su marca sea más humana. Una marca más humanizada puede servir de puente entre el producto y su consumidor. Pero cuidado, el humor debe estar alejado de la ironía, lo burlesco, lo sarcástico, para evitar que tenga un efecto negativo.
También podemos romper los esquemas. Las personas están envueltas en una realidad de eterna juventud, de caprichos adolescentes y de revelaciones contra tabúes y estereotipos, estados fijos e invariables. Usar un medio de comunicación que sea casi directo al potencial cliente, como la publicidad en el periódico Buena Suerte, que identifica al posible cliente entre los hispanos, para ofrecerle, específicamente, lo que este necesita según esta condición.
Hay veces que confundimos los términos y creemos que ser muy creativos puede ser original, no debemos creer que en publicidad impactar es vender, llamar la atención a veces no es vender, y la publicidad es vender. Hay publicidades que las recordamos por su gran creatividad, pero no memorizamos qué producto está queriendo vender. Esto ocurre muchas más veces de lo que creemos. Además, usar niños y animales que transmitan ternura, la publicidad llega más fácilmente a la emoción de las personas, motivándolas al consumo del producto o servicio ofrecido.